Los programas de Inteligencia Artificial (IA) ya responden a estímulos sensoriales como el tacto, la vista, el olfato y el sonido. Pero, ¿por qué no el gusto? Investigadores de ingeniería de Penn State buscan lograr precisamente eso, diseñando una «lengua electrónica» capaz de detectar moléculas de gas y químicos con componentes de solo unos pocos átomos de grosor. Aunque no puede «ansiar» un refrigerio nocturno aún, el equipo tiene la esperanza de que su nuevo diseño pueda algún día unirse a robots para ayudar a crear dietas influenciadas por la IA, elaborar menús de restaurantes e incluso entrenar a las personas para ampliar su paladar.
Saboreando el Futuro
La alimentación humana no se basa únicamente en lo que necesitamos nutricionalmente; también está determinada por las preferencias de sabor. Esto es útil cuando nuestras papilas gustativas le indican a nuestro cerebro que evite alimentos de mal sabor, pero también es la razón por la que a veces no puedes evitar agarrar esa rosquilla adicional o esa rebanada de pastel. Este tirón y afloje requiere una cierta cantidad de cognición y desarrollo psicológico, algo que los robots actualmente carecen.
La Lengua Electrónica
«El comportamiento humano es fácil de observar pero difícil de medir, y eso hace que sea difícil replicarlo en un robot y hacer que sea emocionalmente inteligente. No hay una forma real de hacerlo en este momento», dice Saptarshi Das, profesor asociado de ciencia e ingeniería y autor correspondiente de los hallazgos del equipo.
Para crear su «complejo gustativo electrónico» plano y cuadrado, el equipo combinó quimitransistores (sensores basados en grafeno que detectan moléculas de gas y químicos) con memtransistores de disulfuro de molibdeno capaces de simular neuronas. Ambos componentes trabajaron en conjunto, capitalizando sus respectivas fortalezas para simular la capacidad de «saborear» las entradas moleculares.
¡Toda una Gama de Sabores!
Este diseño es lo suficientemente flexible como para aplicarse a los cinco perfiles de sabor principales: salado, agrio, amargo, dulce y umami. Hipotéticamente, los investigadores podrían disponer arreglos de dispositivos de grafeno similares que imiten los aproximadamente 10,000 receptores de sabor diferentes ubicados en una lengua humana.
Un Futuro Saborizado
Imagina un futuro donde la IA pueda ser entrenada para ser un catador de vinos aún mejor o para personalizar dietas basadas en preferencias gustativas. Este avance en la tecnología de IA no solo podría revolucionar cómo interactuamos con la comida, sino también cómo entendemos y creamos experiencias culinarias. ¡El futuro está sabroso y tecnológico!
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